Se nos fue antes del Centenario de la Revolución
Los ventarrones que soplan en el desierto hoy decidieron levantar algo mas que la tierra suelta. De un soplo hicieron volar el aura de Don Beto Antunez. Una ráfaga mañanera lo desprendió de su Hacienda que ya tiene un nuevo fantasma en su haber, parece que lo oigo decir: ¡ Mejor así muñeca antes de que el mendigo aire este caliente !
Se nos fue antes del centenario de la Revolución me dijo mi Papá en cuanto le di la noticia.
Creo que Don Beto contaba que de niño vio una vez al mismísimo Francisco Villa, “Mi general, el gran centauro del norte” así se refería a él, y digo creo porque mi memoria es malísima no como la de Don Beto que contaba con lujo de detalle sus anécdotas y recitaba poesía algunas casi sin leer.
También contaba como allí en la Hacienda La Loma, Durango se creo la División del Norte con Pancho Villa al frente y planeo la toma de Torreón o hablaba de la noche que Benito Juárez durmió en la Hacienda a su paso hacia la frontera cuando cargaba con la Republica y sus archivos.
De pronto me preocupo por los cuadernos que llenó con los mensajes de los visitantes que hablan sí de la belleza de la vieja construcción, pero sobre todo de él mismo. No recuerdo alguno en que no se le dieran las gracias por mantener abierto el lugar, por su hospitalidad, por sus relatos ¿Qué va a pasar con ellos, quien se los va a guardar?. Creo que nuestros nombres deben aparecer muchas veces.
¿Que va a pasar con sus discos y con sus cassetes, los que hacia sonar para toda La Loma desde la azotea de la hacienda? ¿A quien le van a llevar los campesinos las balas viejas y cacharros que se encuentran mientras aran los campos? ¿Quién va a autorizar las fiestas en la bodega? ¿Quién va a saludar a todo el pueblo con el sonoro “AS”?
Nadie nos va a recibir con la camisa a remangada diciéndonos “las muñecas son las mas chingonas” y mandando por un cubeta llena de caguamas a un niño del pueblo.
Se nos fue Don Beto, como se fueron al aire los programas que hacíamos en vivo, desde lo que alguna vez fue el comedor y con un viejo micrófono. Él nos escuchaba a la puerta de la hacienda mientras leíamos cuentos, poesía y poníamos música. Solo nos acercaba los anuncios que la gente le llevaba: la mejor carnicería, el menudo en caso de Doña Eva o la reunión del comisariado ejidal; que cobrábamos a 5 o 10 pesos para que Don Beto tuviera para los focos o para pagar a quienes iban a barrer y regar. Aunque la verdad siempre lo puso de su bolsa.
Don Beto, ya no vamos a necesitar sus cobijas para las estancias improvisadas y ya no nos va a dar miedo dormir en la Hacienda, porque que la próxima vez que vallamos lo vamos a buscar por todos los rincones para que nos preste las llaves de la bodega, para presentarle a algún amigo al que le hemos hablado de usted, para sentarnos a ver pasar a la gente tomándonos una coca como si nada pasara, como si su muerte no pasara. Solo para oírlo decirnos una vez mas muñecas y a mi Citlali.
5 de Junio de 2007
martes, 5 de junio de 2007
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