La discusión sobre los egos del mundo periodístico y que eso impide la unión del gremio es vieja, como vieja la sabida rivalidad entre fotógrafos y reporteros.
Los primeros dicen a los segundos “tira líneas” y estos responden sarcásticamente diciendo “se creen artistas visuales”. La fuerza de la palabra y de la imagen, la fuerza de los egos irreconciliables, los tontos celos profesionales.
Durante las coberturas es común que los reporteros abucheen a los fotos para que estos dejen de disparar las cámaras, se sienten y permitan que inicie una entrevista o conferencia. Como también es frecuente que si una entrevista dura demasiados los fotógrafos empiecen a silbar para poder hacer su chamba.
Fotos que acusan a reporteros de no llegar a las coberturas, reporteros que acusan a fotos de no estar en el momento en que una imagen se produjo. Despidos, regaños… Esta rivalidad, la verdad, da hueva.
domingo, 27 de enero de 2008
sábado, 26 de enero de 2008
El voceador de El Universal es poeta.
Al tiempo que ofrece el ejemplar del día del periódico el Universal, entre los carros en la esquina de División del Norte y Eje 7, el voceador piensa en verso.
Pasa por alto los titulares de las ocho columnas para hurgar en su sensibilidad urbana y sacar de las tres o cuatro palabras que sabe alguna metáfora que le suene hermosa.
Entre los rojos y verdes de los semáforos se imagina a si mismo presentado su libro cuyo titulo podría ser “Poesías de esquina” o “Los versos del mofle”; siendo entrevistado en algún programa de radio o televisión. Sueña que un día el voceador que ocupe su sitio en el crucero ofrezca el diario cuya portada llenará una foto suya en alguna premiación de literatura.
Es el voceador poeta, que hace tres días conocí y que al ver en mi carro los logotipos del Noticiero para el que trabajo, me ofreció enseñarme sus textos para que yo a su vez lo llevara a la estación de radio y lo conocieran porque él sabe que sus poemas “le salen bien” pero no tiene idea de a donde llevarlos.
Al verde: arrancamos todos con prisa: el de atrás tocándome el claxon para que me apure, el de al lado metiéndose entre un camión y una moto, otro más intentando dar la vuelta desde el segundo carril.
Y así llegamos a otro crucero donde otro voceador nos ofrece otro periódico. Pasan también los que venden café preparado, los que traen las tarjetas de pre-pago para los teléfonos celulares, los que ofrecen chicles, mazapanes y cigarros… y yo me pregunto ¿cuántos poetas hay entre ellos, cuántos poetas hay entre los ansiosos chóferes de autos y camiones, cuántos poetas entre los burócratas que llevan prisa por llegar a la oficina? ...
Pasa por alto los titulares de las ocho columnas para hurgar en su sensibilidad urbana y sacar de las tres o cuatro palabras que sabe alguna metáfora que le suene hermosa.
Entre los rojos y verdes de los semáforos se imagina a si mismo presentado su libro cuyo titulo podría ser “Poesías de esquina” o “Los versos del mofle”; siendo entrevistado en algún programa de radio o televisión. Sueña que un día el voceador que ocupe su sitio en el crucero ofrezca el diario cuya portada llenará una foto suya en alguna premiación de literatura.
Es el voceador poeta, que hace tres días conocí y que al ver en mi carro los logotipos del Noticiero para el que trabajo, me ofreció enseñarme sus textos para que yo a su vez lo llevara a la estación de radio y lo conocieran porque él sabe que sus poemas “le salen bien” pero no tiene idea de a donde llevarlos.
Al verde: arrancamos todos con prisa: el de atrás tocándome el claxon para que me apure, el de al lado metiéndose entre un camión y una moto, otro más intentando dar la vuelta desde el segundo carril.
Y así llegamos a otro crucero donde otro voceador nos ofrece otro periódico. Pasan también los que venden café preparado, los que traen las tarjetas de pre-pago para los teléfonos celulares, los que ofrecen chicles, mazapanes y cigarros… y yo me pregunto ¿cuántos poetas hay entre ellos, cuántos poetas hay entre los ansiosos chóferes de autos y camiones, cuántos poetas entre los burócratas que llevan prisa por llegar a la oficina? ...
martes, 22 de enero de 2008
¿Qué pasa que el pasado regresa o nunca se ha ido?
Como sea, hay muchas partes de mi pasado que amo profundamente y que en este andar nómada se han ido quedando en los caminos, en las casas, y ahora vuelven con mensajes en este espacio.
Y que tino!!! Lo hacen cuando traigo a flor de piel los recuerdos de las épocas de estudiante en la Secundaria Federal No. 1 Guillermo Prieto y del CEBTis 51 de Mazatlán.
Hace tres años visite Mazatlán, estuve en mi secundaria. La escuela más bonita que conozco: con una huerta de mangos atrás de los talleres y pasillos que me siguen pareciendo enormes. Desde el edificio de los segundos, sólo desde el salón en que estuve, si te ponías de puntitas se alcanzaba a ver la línea azul del mar en el malecón.
Pregunte por mis maestros, encontré a dos: El profe Emilio y el profe Raúl. Platique un rato con ellos y descubrí que esos hombres son unos monstruos memoriones que recuerdan los apellidos, caras y principales rasgos de carácter de cada alumno: fulano de tal, si uno moreno alto que era muy serio y se juntaba con sultanito un chaparrito que no mas se la pasaba hablando en todas las clases.
Válgame Dios con la memoria de semejantes profes!!!!
Aquí andamos ahora navegando y encontrando parte de nuestro pasado en la red, pues bienvenida la memoria virtual o como quieran llamarle.
Pensaba compartir algo de lo que estoy pasando en la beca pero me ha ganado este re-encuentro...
Como sea, hay muchas partes de mi pasado que amo profundamente y que en este andar nómada se han ido quedando en los caminos, en las casas, y ahora vuelven con mensajes en este espacio.
Y que tino!!! Lo hacen cuando traigo a flor de piel los recuerdos de las épocas de estudiante en la Secundaria Federal No. 1 Guillermo Prieto y del CEBTis 51 de Mazatlán.
Hace tres años visite Mazatlán, estuve en mi secundaria. La escuela más bonita que conozco: con una huerta de mangos atrás de los talleres y pasillos que me siguen pareciendo enormes. Desde el edificio de los segundos, sólo desde el salón en que estuve, si te ponías de puntitas se alcanzaba a ver la línea azul del mar en el malecón.
Pregunte por mis maestros, encontré a dos: El profe Emilio y el profe Raúl. Platique un rato con ellos y descubrí que esos hombres son unos monstruos memoriones que recuerdan los apellidos, caras y principales rasgos de carácter de cada alumno: fulano de tal, si uno moreno alto que era muy serio y se juntaba con sultanito un chaparrito que no mas se la pasaba hablando en todas las clases.
Válgame Dios con la memoria de semejantes profes!!!!
Aquí andamos ahora navegando y encontrando parte de nuestro pasado en la red, pues bienvenida la memoria virtual o como quieran llamarle.
Pensaba compartir algo de lo que estoy pasando en la beca pero me ha ganado este re-encuentro...
lunes, 7 de enero de 2008
De regreso a la escuela
Voy de nuevo a la escuela, esta bien, lo necesito. Pero no puedo evitar dos cosas: la nostalgia y el miedo.
Cuando hace dos días me desperté sabiendo que debía ir a la escuela, (universidad, colegio, beca lo que sea) hacia mucho frío, la noche anterior me tuve que levantar para echarme encima una cobija más y por la mañana me traslade a la época en que estaba en la secu o en la prepa. Envié un mensaje a mi mamá: Hace mucho frío mami, no quiero ir a la escuela ¿te acuerdas?.
La respuesta fue: abrígate bien hijita y vete a la escuelita. Claro que llego cuando ya había salido de bañarme y estaba a punto de salir.
En el camino recordé las mañanas heladas del tercer año de la prepa, cuando ya estábamos de nuevo en Torreón y mi papá salía envuelto en chamarras y pantaloneras, que debajo tenían la pijama y un café en la mano, para encender el viejo Datsun amarillo 15 o 10 minutos antes de nuestra partida y aunque a veces tenía prisa no lo convencía de empezar a andar porque era un carro viejo que necesitaba calentarse.
Ahora voy en auto, que de alguna manera ya es mío, a una de las universidades privadas más importantes y caras del país. Yo que siempre quise estudiar en la UNAM.
Pensé en los tiempos del Iscytac La-Salle; la hueva de levantarme para la clase del Lic. Hurtado; los desmadres en los pasillos; las trasnochadas de los trabajos en equipo que terminaban con una chela en La Troje; el calor insoportable del verano en La Laguna que me dormía en el camión de regreso a casa; mis amigos que siguen siendo de los más queridos; los compañeros odiosos, los complejos de ser fea, becada, pobre; la separación de mis papás, las “frustraciones” amorosas, las borracheras, las bromas pesadas, la asquerosa directora, los maestros queridos, los pinches la-sallistas…. El Licenciado Luís Treviño Yañez…. Ufff!!!! Hace 10 años de eso.
Y de ahí el miedo: podré nuevamente meterme en la dinámica estudiantil, estudiar, hacer tareas, preparar trabajos, presentar exámenes. Ahora, como entonces tengo muchas expectativas propias y de otros encima mío. Con el agregado que antes solo era mantener la beca y terminar la carrera, en cambio en esta ocasión tendría que ser una formación que se note de manera prácticamente inmediata en mi trabajo diario. Habré de pasar por la evaluación académica, la personal, la profesional, la ética.
Cuando hace dos días me desperté sabiendo que debía ir a la escuela, (universidad, colegio, beca lo que sea) hacia mucho frío, la noche anterior me tuve que levantar para echarme encima una cobija más y por la mañana me traslade a la época en que estaba en la secu o en la prepa. Envié un mensaje a mi mamá: Hace mucho frío mami, no quiero ir a la escuela ¿te acuerdas?.
La respuesta fue: abrígate bien hijita y vete a la escuelita. Claro que llego cuando ya había salido de bañarme y estaba a punto de salir.
En el camino recordé las mañanas heladas del tercer año de la prepa, cuando ya estábamos de nuevo en Torreón y mi papá salía envuelto en chamarras y pantaloneras, que debajo tenían la pijama y un café en la mano, para encender el viejo Datsun amarillo 15 o 10 minutos antes de nuestra partida y aunque a veces tenía prisa no lo convencía de empezar a andar porque era un carro viejo que necesitaba calentarse.
Ahora voy en auto, que de alguna manera ya es mío, a una de las universidades privadas más importantes y caras del país. Yo que siempre quise estudiar en la UNAM.
Pensé en los tiempos del Iscytac La-Salle; la hueva de levantarme para la clase del Lic. Hurtado; los desmadres en los pasillos; las trasnochadas de los trabajos en equipo que terminaban con una chela en La Troje; el calor insoportable del verano en La Laguna que me dormía en el camión de regreso a casa; mis amigos que siguen siendo de los más queridos; los compañeros odiosos, los complejos de ser fea, becada, pobre; la separación de mis papás, las “frustraciones” amorosas, las borracheras, las bromas pesadas, la asquerosa directora, los maestros queridos, los pinches la-sallistas…. El Licenciado Luís Treviño Yañez…. Ufff!!!! Hace 10 años de eso.
Y de ahí el miedo: podré nuevamente meterme en la dinámica estudiantil, estudiar, hacer tareas, preparar trabajos, presentar exámenes. Ahora, como entonces tengo muchas expectativas propias y de otros encima mío. Con el agregado que antes solo era mantener la beca y terminar la carrera, en cambio en esta ocasión tendría que ser una formación que se note de manera prácticamente inmediata en mi trabajo diario. Habré de pasar por la evaluación académica, la personal, la profesional, la ética.
Los días conmigo
Por razones de trabajo y proyectos inmediatos; pase la navidad y el año nuevo solo en casa y lejos de la familia. Fueron más de 15 días completamente conmigo.
Hubo momentos de fastidio, tedio y aburrimiento. Otros de vacío, soledad y tristeza sin razón. De extrañar a quien no tengo razón de extrañar. Pero los más fueron tranquilos: de conversaciones con amigos, de lectura, de música. ¿Acaso estoy aprendiendo a estar conmigo?
La noche de la navidad cocine para mi, puse el DVD de un concierto de Bose, me tome una copa de vino, hable con la familia por teléfono y me fui a la cama.
En el año nuevo me asignaron la cobertura del festejo en el Ángel de la Independencia. Cargue con unas uvas, me enfunde los calzones rojos que me regalaron, llegue temprano y estuve moviendo un poco los pies con las actuaciones musicales. Cuando llego el momento y exploto una tonelada de fuegos pirotécnicos tras la Columna del Ángel un escalofrío me lleno, no extrañe a nadie con tristeza, solo pensé que aquello estaba bellísimo como para que algunos a quienes quiero lo pudieran ver (eso no tiene nada que ver con lo que pienso del Jefe de Gobierno y sus shows).
Yo tuve una extraña certeza: va a ser un buen año para mí.
El saldo de los días conmigo fue bueno con todo y todo.
Hubo momentos de fastidio, tedio y aburrimiento. Otros de vacío, soledad y tristeza sin razón. De extrañar a quien no tengo razón de extrañar. Pero los más fueron tranquilos: de conversaciones con amigos, de lectura, de música. ¿Acaso estoy aprendiendo a estar conmigo?
La noche de la navidad cocine para mi, puse el DVD de un concierto de Bose, me tome una copa de vino, hable con la familia por teléfono y me fui a la cama.
En el año nuevo me asignaron la cobertura del festejo en el Ángel de la Independencia. Cargue con unas uvas, me enfunde los calzones rojos que me regalaron, llegue temprano y estuve moviendo un poco los pies con las actuaciones musicales. Cuando llego el momento y exploto una tonelada de fuegos pirotécnicos tras la Columna del Ángel un escalofrío me lleno, no extrañe a nadie con tristeza, solo pensé que aquello estaba bellísimo como para que algunos a quienes quiero lo pudieran ver (eso no tiene nada que ver con lo que pienso del Jefe de Gobierno y sus shows).
Yo tuve una extraña certeza: va a ser un buen año para mí.
El saldo de los días conmigo fue bueno con todo y todo.
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